Mavi Carrera. A pesar de las constantes reformas educativas, las críticas a la escuela, especialmente visibles después de la Segunda Guerra Mundial, no dejan de producirse desde muy variadas perspectivas. Entre las críticas formuladas en la sociedad contemporánea postmoderna destaca el rechazo a la centralidad de la razón, al absolutismo axiológico y a la homogeneización del alumnado.
En este sentido, en la escuela, categorías identitarias como la nacionalidad, la etnia, el género o la orientación sexual son concebidas de forma uniforme, a través de un discurso de asimilación, imponiendo el lenguaje, la historia y los conocimientos de acuerdo a los intereses de los grupos dominantes.
AGENTES DE SOCIALIZACIÓN
En relación al género, la escuela, conjuntamente con la familia o los medios de comunicación, constituye un eficaz agente de socialización diferencial, que crea identidades de género diferentes y desiguales. Este proceso de socialización toma como referencia el sexo de la persona recién nacida, que cuando no es excluyentemente femenina o masculina se fuerza quirúrgicamente a una de las dos casillas–como sucede en el caso de bebés intersexuales, que constituyen un nada despreciable 1.7% de la población, tal y como destaca Anne Fausto-Sterling en su libro Cuerpos sexuados (2000).
A partir de esta marca sexual binaria – en muchos casos para nada natural, sino médicamente construida-, los diferentes agentes de socialización socializarán a los niños en la instrumentalidad-masculinidad, a las niñas en la expresividad-feminidad, y a ambos en la heterosexualidad. En el marco de lo que Judith Butler, feminista precursora de la Teoría Queer, en su obra “El género en disputa” (1990), denomina la matriz heteronormativa, en referencia a las normas y discursos sociales relacionados con el género y la sexualidad, que dan lugar a la concepción de identidades de género binarias, opuestas, jerárquicas y complementarias, obligatoriamente heterosexuales. Impregnadas de sexismo y homofobia.
Así, en la escuela se excluyen del currículum las aportaciones de las mujeres a la ciencia, así como las aportaciones de los movimientos feminista y homosexual; la educación para la igualdad y la promoción de la diversidad sexual continúan siendo materias pendientes; los libros de textos reproducen roles y estereotipos de género, y los modelos de personas o familias homoparentales brillan por su ausencia.
Asimismo, la escuela constituye también un espacio relacional en el que el alumnado despliega toda una serie de conductas alimentadas por prejuicios sexistas, homófobos y transfóbicos, dando lugar a situaciones de bullying en los que muy habitualmente la institución escolar no interviene, transmitiendo indirectamente una cultura de la violencia. Con datos alarmantes de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2014) que ponen de relieve que el 70% de lxs adolescentes LGBTIQ en España ha sufrido violencia escolar, siendo el colectivo trans* el más afectado. Lo que se ha relacionado consistentemente con la ideación suicida y el intento de suicidio. Recientemente, en el marco de las jornadas “Teoría Queer y Educación” organizadas por nuestro grupo de investigación y que tuvieron lugar en la Facultad de Ciencias de la Educación de Ourense, participó una menor trans* escolarizada en un IES de esta ciudad. La menor, acompañada de sus abuelas y de Cristina Palacios, presidenta de Arelas -Asociación de Familias de Menores Trans* de Galicia- relató, ante un auditorio abarrotado, formado en su mayoría por futurxs educadorxs, la incomprensión y la violencia que sufría en su día a día escolar, con insultos como “maricón de mierda”, “travelo” o “¿Por qué no te mueres? La reacción del público, de indignación por los hechos, y de absoluta entrega y admiración por la determinación y valentía de la menor, abren paso a la esperanza.
TEORÍA QUEER
La Pedagogía Queer, desarrollada a partir de la Teoría Queer, constituye una respuesta urgente y necesaria. El término Queer significa “friki” o raro, y fue utilizado en el pasado como insulto hacia las personas sexualmente diversas, resignificándose posteriormente, gracias a la actividad reivindicativa de este colectivo, en un término que refleja el orgullo de ser diferente. Esta pedagogía se orienta a: i) denunciar la violencia que generan las rígidas normas de género; ii) poner de relieve el carácter construido de los estereotipos de género, así como de la lectura binaria del sexo, visibilizando la intersexualidad; iii) fomentar actitudes contrarias al sexismo, la homofobia y la transfobia; y vi.) promocionar la valoración de la diversidad sexual.
Los contenidos y objetivos destacables de esta propuesta no se orientan, por tanto, a fomentar que los grupos hegemónicos (“el centro”) toleren a lxs otrxs (“lxs márgenes”), sino a transformar el aula en un espacio que favorezca el cambio social, a través de una práctica educativa transgresora y crítica con las estructuras autoritarias de la escuela, que cuestiona la heterosexualidad normativa y que interroga seriamente las categorías sexo- género-orientación sexual, más allá de las dicotomías, valorando otras posibilidades de ser y de posicionarse como ser humano.
HAY QUE TENER EN CUENTA
+ LA ESCUELA ES UN ARMA PODEROSA que puede contribuir a la justicia social. Es nuestro deber, hagámoslo posible.
– NEGAR Y DESATENDER LA SITUACIÓN DEL ALUMNADO sexualmente diverso conduce al sufrimiento, al dolor y a la muerte, literal o simbólica.