La experiencia de los y las docentes libertarias en el Comité de la Escuela Nueva Unificada (CENU) de Cataluña.
Emili Cortavitarte Carral. Aula Libre 1
Se conoce con este nombre genérico (aunque, en ocasiones, se utilizaron otros como escuelas libres, integrales o neutras) a las experiencias pedagógicas que se desarrollaron en España, desde la primera década del siglo XX. Primero, en paralelo y en red con la Escuela Moderna y su Editorial; y, después del fusilamiento de Ferrer i Guàrdia (1909), como réplicas de su obra y reivindicación de una educación libre e integral al servicio de la clase trabajadora, especialmente de sus hijas e hijos.
– Las escuelas y los y las docentes racionalistas
Los procesos de aprendizaje de la Escuela Moderna, Racional y Científica (1901-1906) de Francesc Ferrer i Guàrdia, así como las enseñanzas prácticas y las aportaciones teóricas de su Boletín y los libros de la editorial de la Escuela Moderna, ejemplos de una enseñanza integral y alternativa a las del Estado y de la Iglesia Católica, se convirtieron en las bases de una nueva y singular institución: las escuelas racionalistas.
Ferrer había tomado aspectos fundamentales de la pedagogía libertaria de finales del siglo XIX y principios del XX, como su carácter permanente e inseparable de la revolución y la potenciación del desarrollo integral y la promoción de lo específico de cada persona. Y le había añadido otros aspectos propios de la llamada Escuela Nueva e influencias masónicas: racionalismo y cientificismo, metodología activa, coeducación, ausencia de premios y castigos…
En la editorial de Ferrer colaboraron anarquistas, como Joan Montseny (autor y traductor de libros) o Anselmo Lorenzo (tipógrafo, traductor y autor). Pero, la relación de Ferrer con el mundo libertario no acababa aquí, ya que ayudaba a sufragar la publicación La Huelga General de la organización sindical Solidaridad Obrera, germen de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y mantenía contactos epistolares con Kropotkin, Reclus o Grave.
La Escuela Moderna fue clausurada en 1906, fruto de un primer montaje para acallar su trayectoria. En el verano de 1909, el juicio militar y posterior fusilamiento de Ferrer, acusado de ser el instigador de la Semana Trágica, respondió a la sed de venganza de unas clases dominantes, en pleno declive, que estaban dispuestas a mantener sus privilegios a cualquier precio y no querían que fueran puestos en cuestión mediante la enseñanza integral y racional y las reivindicaciones laboral y social.
Fueron las organizaciones obreras de tendencias sindicalista revolucionaria y anarcosindicalista quienes propagaron este modelo educativo.
El congreso fundacional de la CNT (1910), trató la “Necesidad de establecer escuelas en los sindicatos obreros”. El dictamen defendió la fundación de escuelas en el seno de los sindicatos, siguiendo las propuestas del teórico del sindicalismo revolucionario francés George Yvetot (CGT) “si nuestras escuelas sindicales llegasen a difundir la enseñanza deseable sobre centenares de miles de niños, el Estado sería derrotado y nosotros triunfaríamos…”
En estas escuelas se usaría como método “la divulgación racional de los conocimientos científicos y la aplicación de la enseñanza técnico-profesional”, para la cual se recomendaba la recaudación de cuotas especiales “para hacer posible la creación de escuelas gracias al propio esfuerzo de la clase trabajadora organizada”.
El congreso de Sants (1918), de la CNT catalana, aprobó un modelo de estatutos de los nuevos sindicatos únicos, que en su artículo 3º planteaba: “Será cuestión primordial de este sindicato establecer escuelas racionalistas para la más integral emancipación del proletariado”
El congreso confederal de La Comedia (Madrid, 1919) continuó insistiendo sobre el tema “sería conveniente que aquellos sindicatos que cuenten con fuerzas y medios fueran inmediatamente a la implantación de dichas escuelas” y se vio la necesidad de crear un comité pro enseñanza agregado al Comité Nacional y una Normal que surtiera de profesorado a las escuelas sindicales e implantar una cuota obligatoria en los sindicatos.
Finalmente, en el congreso de Zaragoza de 1936, se dedicó un extenso espacio a la educación dentro del concepto confederal del Comunismo Libertario y se defendió “una enseñanza libre, científica e igual para los dos sexos, dotada de todos los elementos precisos para ejercitarse en no importa qué ramo de la actividad productora y del saber humano”
A partir de la segunda década del siglo XX, sindicatos y federaciones locales de la CNT contribuirán a difundir este tipo de formación cultural y personal, mediante la instalación de escuelas racionalistas en sus locales y el pago de haberes de las y los docentes o el apoyo económico e instrumental a escuelas en ateneos libertarios, ateneos populares… Estas escuelas acogían en horario de mañana y tarde a los hijos e hijas y, a la noche, se desarrollaban las clases para las y los sindicalistas más conscientes.
Todo ello contra viento y marea, contra los signos de los tiempos y a pesar de cierres o prohibiciones: porque el sindicato apoyaba una huelga general o de sector, porque se declaraba el Estado de excepción, porque una institución religiosa denunciaba sus enseñanzas, por el pistolerismo y la persecución patronal y policial, por la proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera, etc.
A partir de la segunda década del siglo XX, sindicatos y federaciones locales de la CNT contribuirán a difundir este tipo de formación cultural y personal, mediante la instalación de escuelas racionalistas en sus locales.
Obviamente, en este proceso fueron fundamentales los y las docentes libertarias o racionalistas. Durante las dos primeras décadas, fundamentalmente intelectuales sin recursos y mucha conciencia de clase, artesanas y artesanos y campesinos y campesinas formadas en las lecturas de libros y publicaciones pedagógicas libertarias, en las asambleas sindicales y en reuniones de formación de los ateneos.
A partir de los años 20, se unen un número significativo de jóvenes formados y formadas en las Escuelas Normales que prefieren ejercer de manera militante y arriesgada en las escuelas racionalistas .
Sin tratar de ser exhaustivo, he aquí unos cuantos nombres: Samuel Torner en la Escuela Moderna de Valencia; Alban Rosell en la Escuela Moderna de Montgat y la Escuela Integral de Sabadell; Joan Roigé en las escuelas Luz de Sants y de Esparreguera; José Sánchez Rosa y Ana Villalobos en las racionalistas de Los Barrios, Tánger, Dos Hermanas, Aznalcóllar y Triana; Eleuterio Quintanilla en la Escuela Neutra Graduada de Gijón; Torres Tribó en la escuela del Guinardó y de las colectividades de Valls y Móra d’Ebre; la familia Ocaña en la racionalista de La Torrassa (L’Hospitalet); Josep Puig i Elias en la Natura del Clot (Barcelona); Higinio Noja en la Armonía de Alginet; Antonia Maymón en la Horaciana de Sant Feliu de Guixols y las racionalistas de Terrassa, Elda, Villajoyosa y Beniaján; Antonio Múñoz Benítez en racionalistas del Campo de Gibraltar, Aznalcóllar, Alcalá de Guadaira y Dos Hermanas; Félix Carrasquer en la Eliseo Reclus en Barcelona y la Escuela de Militantes en Monzón…
La experiencia de las escuelas racionalistas y de sus docentes no es única en el mundo, pero sí muy singular. En general, las organizaciones sindicalistas revolucionarias y anarcosindicalistas de principios del siglo XX prestaron gran atención a la formación integral (denominación que se utilizaba en la AIT y se entiende como tal en el plano personal, cultural, científico, técnico…) de sus afiliados y afiliadas y, especialmente, de sus criaturas. Así, la CGT francesa mantuvo centenares de escuelas y universidades populares. No obstante, la proyección internacional del asesinato “legal” de Ferrer y de su obra pedagógica y la experiencia de las escuelas racionalistas, ligadas a la CNT y al movimiento libertario, adquirieron una importante trascendencia internacional.
– La revolución social y el dilema de la CNT y el movimiento libertario (el pleno de Barcelona de octubre de 1936)
Sofocado el intento de levantamiento fascista, la política catalana quedó en gran medida en manos de las organizaciones obreras, que formaron una serie de organismos colegiados (con todas las fuerzas políticas y sindicales antifascistas) para dar respuesta a la guerra, la economía, la producción industrial, la educación, el autogobierno,… Con el impulso fundamental de la CNT (hegemónica en la resistencia antifascista, en las empresas y en los barrios) se formaron el Comité de Milicias Antifascistas, el Consejo de Economía, el Comité de la Escuela Nueva Unificada (CENU),…
Lluís Companys, Presidente de la Generalitat, y Ventura Gassol, Consejero de Cultura, firmaron la constitución del CENU, el 27 de julio de 1936. En la introducción se afirmaba: “La voluntad revolucionaria del pueblo ha suprimido la escuela de tendencia confesional. Es la hora de una nueva escuela, inspirada en los principios racionalistas del trabajo y de la fraternidad humana. Hay que estructurar esta escuela nueva unificada, que no solamente sustituya al régimen escolar que acaba de derrocar el pueblo, sino que cree una vida escolar inspirada en el sentimiento universal de solidaridad y de acuerdo con todas las inquietudes de la sociedad humana y en base a la supresión de todo tipo de privilegios”.
Una declaración de principios que bebía de la concepción libertaria de la educación integral, como superadora de la división entre el trabajo intelectual y manual, de la experiencia de las escuelas racionalistas y de los principios pedagógicos de Ferrer.
La posición de los representantes de la CNT en el CENU era privilegiada al contar con la Presidencia, asimilable a una consejería de enseñanza, que recayó en Joan Puig i Elias. En cuanto al Plan General de Enseñanza desarrollado por el CENU, Puig i Elias fue el presidente de la ponencia de Enseñanza Primaria; Miquel Escorihuela, vicepresidente de la de Enseñanza Profesional; Joan P. Fàbregas, presidente de la de Enseñanza Secundaria; y, Albert Carsi, vicepresidente de la ponencia de Enseñanza Superior.
No obstante, en el seno del movimiento libertario hubo sectores (entre ellos, algunos y algunas docentes racionalistas) que consideraron que el CENU no superaba a la Escuela Moderna de Ferrer y que entrar en este organismo plural significaba dejar en el camino parte de sus principios pedagógicos.
En octubre de 1936, se celebró un Pleno de la CNT de Cataluña dedicado específicamente a las cuestiones culturales. Convocado por los comités de la CNT y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), asistieron 163 representantes de sindicatos, 24 de grupos anarquistas y 15 de ateneos y grupos culturales .
El problema a dilucidar quedaba claramente expresado en los puntos 4 b) “Interesa mantener en pie o incluso intensificar el movimiento racionalista en Cataluña. Caso afirmativo, modo de mantenerlo” y 4 c) “Por el contrario, ¿se considera eficaz la actuación de la Escuela Nueva Unificada?
Puig i Elias hizo la defensa de la actuación en el CENU argumentando fundamentalmente que los postulados pedagógicos eran los preconizados por la CNT y que el CENU permitía la subsistencia de las escuelas racionalistas anarcosindicalistas y las de otras organizaciones obreras.
Las delegaciones se dividieron en dos tendencias: quienes consideraban aceptable y conveniente la intervención de la CNT en el CENU para la conformación de un sistema público influenciado por los principios y las prácticas pedagógicas libertarias y aquellas que se oponían porque la necesaria negociación con otras organizaciones desvirtuaba el proyecto educativo anarquista.
La posición de los representantes de la CNT en el CENU era privilegiada al contar con la Presidencia, asimilable a una consejería de enseñanza, que recayó en Joan Puig i Elias.
Las resoluciones finales del Pleno aprobaron la participación de la CNT en el CENU y la actuación de sus representantes, pero se les recordó que tenían que actuar “de acuerdo con los principios establecidos en nuestros Congresos y con las orientaciones que señalen las asambleas del sindicato de Profesiones Liberales”.
También se propuso la constitución de consejos (de familias, estudiantes y docentes) en los centros para reforzar su autonomía organizativa; y, se animaba a “todos los camaradas que se crean con vocación y aptitud para dedicarse a la enseñanza” a matricularse en la Escuela Politécnica de Adaptación.
– El CENU y sus etapas
La vida del CENU estuvo estrechamente ligada a los procesos políticos, económicos y militares que se desarrollaron en Cataluña a partir del 19 de julio de 1936.
1a etapa: La respuesta revolucionaria (julio a septiembre de 1936)
El Comité, bajo la presidencia (más honorífica que real) del consejero de Cultura, estaba constituido por 4 representantes del sindicato de Profesiones Liberales y Enseñanza de la CNT, 4 representantes de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza-UGT y otras 4 personas nombradas por la Generalitat en representación de la Escuela Normal, de la Universidad Autónoma, de la Universidad Industrial y de las Escuelas de Bellas Artes.
Ejerció una autoridad absoluta en materia docente y cultural. Todas las decisiones tomadas por la consejería de Cultura salieron del Comité y, además, el CENU se encargó de controlar los edificios confiscados, “con el concurso que haga falta de las milicias ciudadanas”, que fueran susceptibles de tener un uso docente.
Sus principales objetivos eran: organizar el nuevo sistema docente de la Escuela Unificada; intervenirlo y regirlo para que estuviera inspirado en los principios racionalistas del trabajo y que toda persona con aptitudes pudiera llegar desde la escuela primaria a los estudios superiores; y, coordinar los servicios educativos del Estado, de la Generalitat, del Ayuntamiento de Barcelona y de otros municipios.
2a etapa: La estabilización del nuevo orden revolucionario (septiembre 1936 –mayo 1937)
Los primeros meses de respuesta popular al levantamiento fascista habían supuesto la aparición de un doble poder: las instituciones republicanas y los comités y las colectivizaciones populares. En septiembre de 1936 se formó el Govern catalán de concentración de Lluís Companys, con 4 consejeros de Esquerra Republicana de Catalunya, 3 de la CNT, 2 del Partit Socialista Unificat de Catalunya (estalinista) y 1 del Partit Obrer d’Unificació Marxista (marxistas heterodoxos). Los comités dejaron, en teoría, de tener funciones ejecutivas, muchas de las juntas desaparecieron y sus representantes se integraron en antiguos o nuevos organismos. Se trató de un proceso de “estabilización revolucionaria”.
Ejerció una autoridad absoluta en materia docente y cultural. Todas las decisiones tomadas por la consejería de Cultura salieron del Comité y, además, el CENU se encargó de controlar los edificios confiscados susceptibles de tener un uso docente.
El Comité se transformó en Consejo, por Decreto del 22 de octubre de 1936; se eliminaron formalmente los comités locales del CENU y se reservó al Consejo “la función informativa y asesora de la consejería de Cultura de la Generalitat”.
La capacidad decisoria quedaba a manos del consejero de Cultura. No obstante, el protagonismo del CENU en el ámbito educativo siguió siendo abrumador. No se tomó ninguna medida sin su informe favorable y su sello.
3a etapa: la contrarrevolución y el fin del protagonismo central del CENU (mayo 1937 –febrero 1939)
En mayo de 1937 se produjo un cruento enfrentamiento armado entre el PSUC, con el apoyo de ERC, y el POUM y la CNT que acabó con: bastantes muertos y heridos; la separación del Consejo Ejecutivo y la persecución y asesinato de destacados miembros del POUM; y, la salida de la CNT de los gobiernos estatal y de la Generalitat, así como su “neutralización” y relativo desarme.
Las justificaciones demagógicas enfrentaron las posiciones “realistas” de priorizar ganar la guerra a las “utópicas” de hacer la revolución. Detrás estaban las exigencias de Rusia de situar al partido comunista en posiciones de relevancia a cambio de su ayuda militar y las reacciones pequeño burguesas ante las colectivizaciones industriales y agrarias y los cambios sustanciales en las vidas de las personas, fruto de su capacidad de autoorganización y de ser libres. Así como, el espejismo de que una república más moderada fuera contemplada con mejores ojos por las democracias occidentales.
Els fets de maig tuvieron como consecuencia el reforzamiento de las instituciones y de los poderes ejecutivos y el ostracismo de los organismos surgidos al rescoldo de la revolución.
Por el decreto de 21 de julio de 1937, el CENU pasó a ser un “organismo asesor e informador” en materia de enseñanza del Departamento de Cultura y su ámbito de actuación se redujo a “la fijación de principios pedagógicos o formas de organización docente de carácter general”.
También se modificó la composición: 3 representantes de la CNT, 3 de la UGT, 2 de la Generalitat, 2 del alumnado y 4 representantes de la Universidad Autónoma de Cataluña, de las Escuelas Técnicas, de los Institutos y Escuelas de Enseñanza Normal y Secundaria y de las Escuelas de Enseñanza Artística, respectivamente. La primacía de las organizaciones sindicales, especialmente de la CNT, dio paso a un mayor control de ERC y, de manera secundaria, del PSUC.
– Aspectos de pedagogía y de ideología libertaria en la obra del CENU:
Es indudable que el movimiento libertario no se había enfrentado a la situación de crear un sistema público de enseñanza, como tampoco a organizar la vida económica y social. Y lo hizo, con el bagaje de sus décadas de realizaciones en el campo educativo, en el sindical y laboral y en el vivencial.
La mayoría de los y las historiadoras y pedagogas que se han aproximado con rigor a la experiencia del CENU coinciden en que se trata del ejemplo de sistema público de educación más avanzado del momento en Europa; tanto a nivel de organización, como de escolarización y de propuesta educativa. Además, consideran que sus presupuestos han tardado muchos años en superarse (por ejemplo, la escolarización hasta los 15 años) o no lo han sido aún ni en el plano estructural (escolarización pública de 0 a 3 años o sistema unificado de la escuela infantil a la universidad) ni en el pedagógico.
El Plan General de Enseñanza
El CENU elaboró en los dos primeros meses de funcionamiento lo que, para muchos especialistas, es la única muestra de un sistema público de enseñanza revolucionario en el Estado español. Y lo hizo con el decidido impulso de la CNT, en las diferentes comisiones.
Sus principios básicos eran: educación para todas y todos en condiciones de igualdad, con libertad para que cada cual desarrollara sus facultades e intereses; las facultades determinaban las posibilidades de cada alumno y alumna, la riqueza dejaba de ser un condicionante; y, el sistema educativo era un cuerpo unificado, con coordinación entre todos los niveles de enseñanza.
El Plan afirmaba “aspiramos a crear una Escuela Nueva en la que el fuego de la libertad y el progreso no se apague nunca; una enseñanza que sepa ahogar en el alma del niño los instintos atávicos de odio y de lucha y que acierte a despertar aquellas inclinaciones que predisponen a la fraternidad y al amor…”.
La nueva enseñanza pública catalana se estructuró en los siguientes niveles:
La escuela cuna, de 0 a 3 años, donde se observaba al alumnado desde el punto de vista sanitario y pedagógico y se les iniciaba en hábitos higiénicos y de vida social.
La escuela maternal, de 3 a 6 años, basada en el juego individual y colectivo y la vida al aire libre. En las escuelas maternales, las clases ocuparían un espacio reducido, como descanso, frente a los amplios espacios al aire libre. En cada escuela debía haber una maestra auxiliada por puericultoras y un médico o médica.
La escuela primaria, de 6 a 15 años, estaba dividida en 4 ciclos (6-9 años, 9-11 años, 11-13 años y 13-15 años) ajustados al proceso evolutivo del alumnado y a la necesaria gradación de las “materias” (expresión que no utilizaban). La escuela se organizaba como una sociedad en miniatura, fomentando la solidaridad y la vida comunitaria.
La escuela rural fue tratada de manera exquisita en el Plan, dado que “…ofrecía unas condiciones excelentes para organizar la escuela activa que se deseaba …al aire libre, con la naturaleza al lado…”
El Plan dedicaba una especial atención a los y las docentes rurales, a las cuales se les mejoraban las condiciones (sueldo digno y casa) y se les procuraban satisfacciones intelectuales (residencias en centros culturales, viajes, cursillos de perfeccionamiento).
La simbiosis entre aprendizaje y naturaleza comportó la recomendación de la supresión de los horarios, materias y planes de estudio, consideradas opresiones que en las ciudades se tenían que soportar. Para Ramón Navarro, este es un ejemplo más de cómo la ideología anarquista estaba presente en todo el Plan.
En contra de las concentraciones escolares se defendía una escuela en cada pequeño pueblo, una politécnica en cada comarca y una agrícola en las ciudades mejor comunicadas.
Una vez acabada la escolarización primaria, se podía optar entre las escuelas de pre-aprendizaje (no especializados) y las escuelas de aprendizaje (especialistas y artesanas) y desde éstas llegar a la Escuela del Trabajo; o, entre la Escuela del Trabajo y el Politécnico Básico, que era un tipo de enseñanza teórico-práctica, opuesto al bachillerato clásico.
El objetivo del Plan General no era fomentar “…las flamantes inteligencias rebosantes de datos teóricos y verbales, que lamentamos en nuestros escolares; en cambio se obtendrán personalidades vigorosas y ricas de posibilidades”
Después de 3 años en el Politécnico Básico había dos salidas: las Escuelas Técnicas (puericultura, bibliotecas, aparejadores, farmacia, topografía) o la Universidad. Ésta tenía dos ciclos, en el primero (Politécnico Universitario) se escogía entre la ciencia pura (Facultades Universitarias), o la ciencia aplicada (Escuelas Técnicas Superiores). La Universidad se dividía en tres frentes: profesional (Escuelas Técnicas Superiores), científico (Facultades de Ciencias y Ciencias Político-Sociales) y cultural (Facultad de Filosofía y Letras). A las enseñanzas artísticas (Bellas Artes y Bellos Oficios) se podía llegar por cualquier camino y desde todas las capacidades.
La aplicación de este complejo y ambicioso plan de enseñanza no pudo hacerse efectiva en su totalidad, por el conflicto bélico y la pérdida de capacidad del citado organismo a partir de mayo de 1937. Si se desarrolló en las etapas maternal, primaria y secundaria.
Los Institutos Politécnicos de Adaptación
En un sistema educativo que se pretendía igualitario y al servicio de la clase trabajadora, algo fallaba en la estructuración del Plan General, especialmente para quienes habían defendido el carácter permanente de los procesos educativos y formativos.
En enero de 1937, se añadieron a la estructura del sistema público del CENU unos Institutos que ofrecían la posibilidad de acceder a la Universidad, a las personas adultas. Los Politécnicos Universitarios y los Institutos Pre-Universitarios (que también se desarrollaron en Valencia) tenían un horario compatible con la jornada laboral. También se posibilitó acceder a los centros y estudios superiores, con el aval de un o una docente, un centro sindical o una asociación cultural antifascista.
Pedagogía integral, libertaria o racionalista
Desde el decreto de constitución formal del CENU a los aspectos pedagógicos de su Plan General encontramos referencias evidentes de la pedagogía libertaria.
Lo podemos observar en las directrices sobre las técnicas de trabajo: “…la nueva escuela tiene que descubrir y elaborar una técnica de trabajo globalizada, por medio de la cual sea posible descubrir los auténticos intereses …” y “…poner al alcance de los escolares múltiples medios de trabajo, de documentación, de investigación, para que de una manera natural, surja una enseñanza individualizada, un conocimiento elaborado del propio esfuerzo, una actividad de reacciones y deseos e impulsos naturales”.
Si nos detenemos unos instantes en estas frases, vemos que se pone en valor una gran diversidad de técnicas de trabajo para un aprendizaje racional y científico y, al mismo tiempo, se defiende que estos mecanismos deben favorecer “de manera natural” aquello que es específico de cada individuo.
El objetivo del Plan General no era fomentar “…las flamantes inteligencias rebosantes de datos teóricos y verbales, que lamentamos en nuestros escolares; en cambio se obtendrán personalidades vigorosas y ricas de posibilidades”. Nuevamente, los planteamientos del CENU coincidían con la crítica libertaria al verbalismo y la necesidad de que el proceso educativo potenciara personas libres, inteligentes y creativas.
En el CENU coincidieron varias teorías o planteamientos pedagógicos, como la Escuela Activa europea, la Pedagogía Socialista (ensayada en Rusia), el movimiento renovador catalán y la Pedagogía Libertaria, con su experiencia de décadas en las escuelas racionalistas.
Según Ramón Navarro, los representantes de la CNT en el CENU fueron apoyados en las primeras etapas por los profesionales o “técnicos” de las Universidades, Escuelas Normales y de Bellas Artes “a los cuales, seguramente, les era más atractiva la postura anarquista, más respetuosa con la conciencia del niño y exenta de sectarismos doctrinales”.
La postura libertaria planteaba una enseñanza en la que eran inseparables la revolución y la libertad, el libre desarrollo del individuo y el fomento de su especificidad en un marco solidario. “Pretendemos educar a las futuras generaciones de forma tal que se respeten de una manera absoluta las leyes de la naturaleza infantil…cada niño es un mundo y vive y actúa libremente…Ni exclusivismos de derecha ni exclusivismos de izquierda: libertad infantil, respeto a la naturaleza del niño” planteaba Puig y Elias, presidente del CENU, en una conferencia radiada.
Coeducación y laicismo
Si alguien nos pregunta cuándo creemos que se estableció por primera vez la coeducación (o, cuanto menos, la educación mixta) en España, seguramente responderemos que durante la II República. Nos llevaremos una desagradable sorpresa, si comprobamos que las escuelas dependientes del Ministerio de Instrucción Pública, en el curso 1935-1936, se dividían en: escuelas de niños y escuelas de niñas.
En las décadas anteriores y durante la II República, la educación mixta y los intentos de coeducación solo se daban en las escuelas racionalistas y en algunas escuelas laicas, populares o republicanas.
De ahí la importancia del “Decreto de 28 de septiembre de 1936 sobre el establecimiento de la coeducación en las escuelas de Cataluña” que entró en vigor el 1 de octubre de 1936, primer día de clase del curso 1936-1937.
En la introducción se puede leer: “Para iniciar en la escuela primaria –de acuerdo con el espíritu de la Escuela Nueva Unificada- y continuar en los otros grados de enseñanza la convivencia normal entre el niño y la niña, convivencia que perdura en la vida; para fomentar la colaboración espiritual fruto de este trato, y crear así, en la escuela, un ambiente más humanizado y sensible”.
Respecto del laicismo, una de las primeras medidas del CENU fue la supresión de la capacidad de la Iglesia y de las órdenes religiosas para dedicarse a la educación y la desaparición de la religión (cualquiera de ellas) de los programas educativos.
Acceso a la cultura y a la formación para todas
Uno de los retos más importantes con que se encontró el CENU fue la plena escolarización. Según la Generalitat, el déficit escolar en 1936 era de unas 87.000 plazas en Barcelona y 70.000 en el resto de Cataluña. En el período 1934-1936 sólo se crearon 142 aulas. Había que escolarizar alrededor de 150.000 niños y niñas y dar respuesta al abandono obligado de la actividad escolar por parte de las órdenes religiosas.
Evidentemente no se consiguió la escolarización total al inicio del primer curso; no obstante, durante el periodo que el sistema público de enseñanza dependió directamente del CENU se crearon alrededor de 128.000 plazas escolares (más de 80% del déficit), que sumadas a las habilitadas por los ayuntamientos permiten asegurar que a pesar de las dificultades derivadas de la guerra, prácticamente se consiguió el objetivo.
Tampoco la dotación e infraestructuras de los nuevos centros se pudieron hacer como preveían los planes del CENU, la economía de guerra y las circunstancias del mismo conflicto obligaron a situar los nuevos centros en mansiones particulares, fábricas y centros de enseñanza privados que fueron incautados y acondicionados para la enseñanza.
La casi totalidad de los conventos y colegios religiosos fueron incautados por el Comité de Milicias y los Ayuntamientos y puestos a disposición del CENU para su adaptación y habilitación como centros escolares públicos. También las casas rectorales o parroquiales en muchas poblaciones pequeñas dejaron de alojar curas y sus familias para convertirse en escuelas rurales unitarias o graduadas. La Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y otros municipios invirtieron millones de pesetas (puede observarse en el Diari Oficial de la Generalitat y en los archivos municipales) en la adecuación de los citados edificios. Con la victoria franquista fueron devueltos a la Iglesia Católica, en mejores condiciones; y, hoy, muchos siguen impartiendo docencia y escondiendo en sus webs su paso por el CENU.
La casi totalidad de los conventos y fueron incautados por el Comité de Milicias y los Ayuntamientos y puestos a
disposición del CENU para su adaptación y habilitación como centros escolares públicos.
En el caso de las mansiones o “torres” de burgueses, en la mayoría de los casos sus propietarios las abandonaron para huir del país por temor a represalias relacionadas con sus actuaciones durante las etapas del pistolerismo, de la Dictadura de Primo de Rivera o su apoyo explícito al Alzamiento Nacional. Si su situación y su distribución permitían acondicionarse como centros educativos, ésta fue su utilidad prioritaria. Como ejemplo, las Torres Barriga, Hospital, Capella y Banús de Badalona.
Los y las nuevas docentes
La creación de nuevas plazas escolares, unida a la movilización al frente de batalla u otras responsabilidades de muchos docentes, comportaron la necesidad de nombrar y contratar unos 3.000 más.
Bajo las instrucciones del CENU se nombraron 2.000 interinos e interinas, en octubre de 1936. En enero de 1937 se creó el Certificado de Aptitud para que personas sin titulación académica pudieran dar clase. El tribunal estaba formado por dos docentes de la Escuela Normal y dos del CENU y “los aspirantes tenían que pasar una prueba de cultura general y otra de pedagógica, además de ejercer durante un curso escolar como interinos bajo la dirección de un maestro propietario”.
Un decreto de marzo de 1937 estableció que para ser nombrado maestro propietario de la Generalitat había que trabajar un año como interino y tener un informe favorable del CENU. Este informe no hacía falta en el supuesto de que se pudiera demostrar una experiencia de más de 10 años en ateneos populares, centros sindicales o republicanos.
La cuestión de los nuevos maestros provocó problemas en la CNT, dado que el pacto con la UGT comportaba que el número de docentes tenía que ser paritario en cuanto a la sindicación. La UGT no tuvo muchas dificultades para nombrar los y las suyas, puesto que la Federación de Maestros Nacionales de Cataluña, conservadora y mayoritaria, se había incorporado a la central socialista.
Los y las maestras y profesoras de la CNT, integradas en el sindicato de Profesiones Liberales de Barcelona y en los sindicatos de Oficios Varios de otras localidades, no llegaban a cubrir el número de vacantes que les correspondía. Tuvieron que proponer más docentes sin titulación oficial, pero con experiencia “racionalista” .
– Algunos y algunas docentes de la CNT en el CENU
Joan Puig i Elias: empezó sus estudios en la Escuela Normal a los 15 años, impartió docencia y fue director de la Escuela Natura de Barcelona, conocida por La Farigola (El Tomillo), del sindicato Fabril y Textil de la CNT. Militante de la CNT desde 1916, en 1932 fue elegido presidente de la sección de docentes del sindicato de Intelectuales y Profesiones Liberales de la CNT y participó como delegado en el congreso de Zaragoza de 1936.
Fue presidente del CENU y concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona. En 1938, en la segunda participación de la CNT en el gobierno de la República, formó parte del equipo del ministro Segundo Blanco, en calidad de subsecretario de Instrucción Pública.
Es considerado el continuador por excelencia de la pedagogía de Ferrer. Como él creyó en la coeducación de géneros y de clases sociales, “coeducación o, si se quiere, indiscriminación de clases sociales”. Esta tesis tenía más virtualidad en el proceso revolucionario de 1936 que en las décadas anteriores. También, tuvo un especial interés por la psicología infantil, la inteligencia emocional y por tener muy en cuenta, en el proceso educativo, las facultades y aptitudes de “base”.
Desde el rechazo de las escuelas falsamente “neutras” de las burguesías liberales, de las escuelas confesionales y de aquellas que, reforzando el espíritu gregario, se pusieran al servicio de cualquier totalitarismo, defendía el papel decisivo de la Nueva Escuela Unificada en el establecimiento de una sociedad sin clases y solidaria.
José de Tapia Bujalance: de origen cordobés y maestro nacional en Montoliu de Lleida, desde 1920 hasta 1934. Formó parte del grupo renovador Batec (Latido), introdujo las teorías de Freinet y fundó la Cooperativa Española de Técnicas Freinet. Desde 1934 dio clases en el barrio del Bon Pastor de Barcelona (Grupo Escolar Aribau) y durante la guerra fue responsable del parque de artillería de Sant Andreu y formó parte de la secretaría de la FAI.
Según su descripción, el grupo escolar de un millar de niños y niñas del barrio donde ejerció, tenía guardería infantil, escuela maternal, escuela primaria y clases de orientación y anexos de carpintería, metalistería, modelado, encuadernación, electricidad, confección y tejido.
Otras dependencias eran el comedor, la biblioteca, la sala de música y un pequeño dispensario. En base al mínimo sedentarismo posible, los centros de interés, los proyectos de trabajo y la autogestióneran las claves del proceso de aprendizaje.
Máximo Llorca: pseudónimo de Salvador Lluch Cuñat, fue uno de los fundadores en 1930 del Sindicato de Profesiones Liberales y Oficios Intelectuales de la CNT de Santa Coloma de Gramenet. Ejerció de maestro racionalista hasta 1936, formó parte del Comité Revolucionario y del Ayuntamiento de Gramanet del Besòs y se integró en el CENU. Tras los sucesos de mayo de 1937, se trasladó al frente aragonés. Allí abogó por la creación de un Consejo Regional de Enseñanza, a imagen del CENU catalán.
Joan Campà i Claverol: educado en una escuela racionalista, ejerció de maestro en la escuela racionalista Ferrer i Guàrdia de Terrassa, aplicando una pedagogía activa y respetuosa con el alumnado, clases al aire libre, excursiones y correspondencia escolar. En 1938 sustituyó a Puig i Elias en la ponencia de enseñanza primaria del CENU.
Víctor Blanco Noguero: maestro titulado, ejerció en los años 30 en la escuela racionalista Ferrer de El Campell, creada por el Sindicato Agrícola de la CNT. En julio de 1936, presidió la Assemblea General d’Habitants que llevó a cabo la colectivización local. A finales de agosto de 1936, fue llamado a Barcelona por Puig i Elías para que se integrara en el CENU y dirigiera una colonia infantil en el frente de Aragón. En 1938 fue nombrado responsable de economía del Consejo Nacional de la Infancia Evacuada (CNIE) y se encargó de administrar las colonias infantiles dependientes del Ministerio de Instrucción Pública.
Violeta Fernández Saavedra: Partidaria de la pedagogía libertaria, ejerció de maestra en una escuela racionalista de Badalona. Militó en la Sección de Maestros y Maestras del Sindicato Único de Profesiones Liberales de la CNT, del que fue secretaria en 1936; y, participó en la creación del Ateneo «Sol y Vida». Durante la revolución social fue maestra del CENU y dirigió la escuela que se instaló en los locales expropiados a la Lliga Catalana en Barcelona. A finales de 1938, el Ministerio de Instrucción Pública le encomendó la evacuación de 50 niñas y niños a París. En Colombes, dirigió una escuela donde estudiaban niñas y niños exiliados.
Roc Llop i Convalia: estudió magisterio en Tarragona y ejerció en Vallfogona de Riucorb. Fue inspector de Primera Enseñanza del CENU en las comarcas próximas a Reus. Autor de artículos y ensayos sobre la renovación del sistema educativo y poeta.
Josep Maria Alomà i Sanabras: de formación autodidacta, se graduó como maestro en los años de la República y ejerció como maestro racionalista en el Ateneu Llibertari de Tarragona y, posteriormente, en escuelas del CENU. Fue regidor de Cultura y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Tarragona y Director del Diari de Tarragona. Avanzada la guerra civil estuvo en el frente de Andalucía, donde fue nombrado Jefe de Propaganda del Ejército del Sur.
Antoni Rovira Pallarés: maestro del CENU y Jefe de la Sección Administrativa de Primera Enseñanza de Tarragona. Junto a Alomà, uno de los impulsores y redactores de la publicación Camí (Camino) de la sección de Magisterio de la CNT en Tarragona.
Estos son algunos nombres de un largo listado que queda por rescatar. Sin duda, una mayoría de los y las docentes libertarias se decantaron por apoyar la nueva red pública de enseñanza en Cataluña y por aportar recursos humanos, materiales, pedagógicos y sindicales para que la Escuela Nueva Unificada funcionara y sirviera para conformar una sociedad más libre, justa y solidaria.
– Bibliografía:
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ESCRIVÁ MOSCARDÓ, Cristina: El Internado-Escuela Durruti 1937-1939. L’Eixam Edicions, Valencia 2011.
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NAVARRO, Ramon: L’educació a Catalunya durant la Generalitat, 1931-1939. Edicions 62, Barcelona 1979.
SAFON, Ramon. La educación en la España revolucionaria (1936-1939). La Piqueta, Madrid 1978.
TIANA FERRER, Alejandro: Educación libertaria y revolución social. España 1936-1939. UNED, Madrid 1987.
Acceso al artículo en la edición impresa:
CORTAVITARTE CARRAL, E. “De las escuelas racionalistas a las escuelas públicas en la revolución social (1936-1939)”, Aula Libre, 1 (enero, 2021), pp. 42-58.
Para citar la versión online:
Emili Cortavitarte Carral, «De las escuelas racionalistas a las escuelas públicas en la revolución social (1936-1939)», Aula Libre (Internet), 24 de enero 2021. ISSN : 1989-7006. URL: https://aulalibrefecgt.com/2021/01/24/de-las-escuelas-racionalistas-a-las-escuelas-publicas-en-la-revolucion-social-1936-1939/